por Hugo Nisembaum
Quién pensaría que el modelo de desarrollo que hemos utilizado podría promover la mediocridad en vez de la utilización plena del potencial del ser humano.
Las varias tentativas tanto de definir el perfil ideal o de llevar la persona al perfil ideal o las competencias que todos los líderes en esta o aquella empresa tendrían que tener acabó por focalizar en el gap, en los puntos débiles.
Si estos gaps fueran de conocimiento, habilidades o experiencias, podrían ser mucho más fácilmente cubiertos.
Sin embargo, la mayoría de las veces son aspectos mucho más difíciles de incorporar y en vez de aprovechar lo que naturalmente tengo de bueno, lo que me hace sentir fluyendo, lo que me atrae y finalmente me permite diferenciar de los demás, lo que se propone es pasteurizar el ser humano.
Parto del principio de que en todo ser humano existe potencial que precisa ser regado para que florezca y es necesario crear espacio para que pueda manifestarse.
El desafío consiste en descubrir y potenciar nuestros talentos.
La buena noticia es que todos tenemos talentos, no se trata de un don especial destinado a pocos. O no los conocemos o no les damos la importancia que tienen.
Hoy sabemos que talentos son capacidades naturales, son las rutas que preferimos recorrer, que nos generan satisfacción y comprobadamente, cuando están alineados con los desafíos que la persona tiene, impactan positivamente el desempeño.
Todo ser humano tiene talentos y ellos siempre dejan huellas.
Para desarrollar los talentos precisamos cambiar nuestra forma de mirarnos al espejo. En vez de colocar el énfasis en las arrugas, destacar la belleza que una mirada confiante puede traer no solo para si como para los demás.
Existen 4 elementos fundamentales para desarrollar talentos: querer, creer, valorizar y potenciar.
Santiago Ramon y Cajal, premio Nobel español de 1910 todavía sin tener evidencias científicas afirmaba que “Todo ser humano, si así se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. Hoy ya sabemos a través de neurociencia que tenemos la capacidad de generar nuevas conexiones.
Precisamos de pasión, ¡¡entusiasmo, motivación y mucha fuerza de voluntad!!
¿Que nos cabe, como líderes que pretendemos contribuir con el desarrollo de las personas?
- En primero lugar, valorizarlas, creer en su potencial. Esto tiene un efecto mágico. Profesores que asumirán esta actitud frente a individuos o equipos que estaban con bajo desempeño consiguieron resultados extraordinarios.
- En segundo lugar, desafiaros, sacarlos de la zona de confort. Ayudarlos a lidiar con el miedo que representa vencer límites.
Y, por último, y no por eso menos importante, acompañarlos. Estar juntos, tanto en los buenos momentos como en los no tan buenos.
El ser humano no es una obra pronta, y trabajar a favor de nuestros talentos ciertamente ayuda a construir individuos con bases sólidas.